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Hasta comienzos de la década de los 60, cuando empezaron a planearse los primeros viajes hacia los grandes planetas gaseosos, los fenómenos mutuos de los satélites galileanos de Júpiter no tenían apenas importancia dentro de la astronomía tanto profesional como amateur, por lo que apenas eran observados. Hasta entonces pocas son las observaciones de las que se tiene constancia. Aunque las primeras de ellas tuvieron lugar durante el siglo XVII, poco después del descubrimiento del anteojo, no sería hasta 1891 cuando se realizó la primera observación científica de un fenómeno de este tipo. Fue el astrónomo español Comas Solà quien tomó nota de la ocultación parcial de Io por Europa. A partir de comienzos del siglo XX se realizaron las primeras predicciones, bastante imprecisas ante la falta de datos y que solamente fueron observadas por unos pocos aficionados, ya que los observatorios profesionales hace tiempo que habían desistido de observar estos "inútiles" fenómenos. Sin embargo, todo cambio con la llegada de la, entonces nueva ciencia, la astronáutica y con ella los viajes espaciales de exploración a otros mundos más allá de la atmósfera de nuestro planeta. A partir de mediados de los años setenta la observación de los fenómenos, tanto clásicos como mutuos, empieza a aumentar, culminando en 1985 con una campaña a nivel mundial durante la cual se obtuvieron 418 curvas de luz correspondientes a 237 fenómenos distintos, más del 65% de los teóricamente visibles desde nuestro planeta. |
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Importancia de la observación de los Phemus. |
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Durante los últimos años se ha comprendido que los fenómenos mutuos son particularmente importantes por varias razones. Los científicos encargados del diseño de las primeras misiones hacia Júpiter o Saturno, tales como las longevas misiones Pioneer, necesitaban saber con toda exactitud la posición de estos planetas y sus principales lunas. Pese a que estos fenómenos son conocidos desde hace siglos y a que se realizan multitud de observaciones a nivel mundial, la posición de los satélites galileanos de Júpiter es bastante inexacta debido sobretodo al efecto marea que sobre ellos ejerce Júpiter y que provoca que con los datos actuales puede haber diferencias de cientos de kilómetros entre la posición real y la calculada gracias a las efemérides disponibles. |
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Por esto que se piden aportaciones de aficionados, bien sean observaciones visuales, fotográficas, con video o las más importantes, las realizadas con fotómetros o CCD. Además, los Phemus (del francés, Phénomenès Mutuelles) también nos sirve para conocer algo más de la superficie y albedo de los diferentes satélites, sobre todo del cambiante Io. |
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¿En qué consisten los fenómenos mutuos? |
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Más o menos cada 6 años(en concreto 5'93 años), la Tierra y el Sol pasan por el plano ecuatorial de Júpiter provocando los raros fenómenos mutuos entre los satélites galileanos. Gracias a la posición de los diferentes cuerpos que comparten este maravilloso baile celestial los fenómenos pueden ser múltiples y a cual más bello e interesante. Estos pueden ser de dos tipos: eclipses y ocultaciones. A su vez los primeros pueden ser penumbrales, parciales, anulares o totales, mientras que los segundos son rasantes, parciales o totales. |
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Si tenemos en cuenta que la caída de ésta suele ser bastante considerable (de varias
magnitudes), y que la de todos ellos ronda la magnitud 5, es fácil suponer que su
observación es relativamente sencilla. Las observaciones se pueden realizar con telescopios
de tan solo 15 cm pero la estabilidad y el seguimiento son primordiales para una buena toma
de datos. |
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La toma de datos con CCD consistirá en obtener lecturas de brillo del satélite con un filtro V y a intervalos de 1 a 10 segundos, antes, durante y después del fenómeno. Como referencia para realizar la curva de luz podemos tomar a otro satélite cercano que no tome parte en el evento. Sin embargo, nos encontraremos con algunas dificultades. Una de ellas es la rapidez del fenómeno. Acostumbrados a la "lentitud" de la fotometría de estrellas variables nos puede llegar a sorprender durante las primeras observaciones. Otra dificultad es la proximidad del luminoso Júpiter. Será necesario dejarlo fuera del encuadre pero teniendo en cuenta que debemos dejar un tercer satélite visible. Por último, prestaremos atención al movimiento no lineal de los satélites que propiciará que debamos estar atentos para corregir el encuadre si fuera necesario. También hay que tener en cuenta el tamaño del diafragma, es decir, el tamaña del encuadre. Si es muy grande puede afectarnos la contaminación lumínica de Júpiter, pero si es pequeño obligará a recentrados continuos. Los datos tomados con CCD tienen algunas ventajas respecto a la clásica fotometría fotoeléctrica. En una misma imagen bidimensional tenemos simultáneamente la medida del flujo de luz del satélite eclipsado u ocultado, el fondo de cielo (que puede ser brillante o incluso variar) y un objeto de referencia. Listado de PHEMUS para los próximos 3 meses phemus.pdf Más información en http://www.bdl.fr/Phemu03/phemu03.html * Nuestro agradecimiento a Joaquín Vidal y al GEA(Grupo de Estudios Astronómicos). |
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