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Marte, el planeta rojo

José Luis Trisán


© Grupo Astronómicos Silos, 2001


En 1610, Galileo dirigía por primera vez un telescopio en dirección a Marte. Desde entonces no ha dejado de alimentar nuestra imaginación ni nuestra pasión por intentar descubrir todos sus misterios. Gracias a su característico color rojizo es fácil localizarlo en el cielo nocturno, aunque su pequeño tamaño impide que, en la mayoría de las ocasiones, podamos distinguir algo con nitidez. Solamente durante su oposición, que tiene lugar cuando la Tierra y Marte se encuentran alineados, en el mismo lado del Sol y sólo separados por unos pocos millones de kilómetros, podremos llegar a apreciar detalles en su superficie. La próxima oposición tendrá lugar el 13 de junio, aunque será el día 21 cuando más cerca estaremos de Marte, y la mejor ocasión para observarlo desde 1988. Ese día, nos encontraremos a tan solo 67 millones de kilómetros del planeta rojo, mostrándosenos con una magnitud –2,2 y con un tamaño aparente de 20,8 segundos de arco. Para observarlo deberemos dirigir nuestra vista hacia el sudeste a poca altura sobre el horizonte y al sur de la constelación de Ophiuchus dejando a la derecha Antares, la estrella más brillante de la cercana constelación de Scorpius.

Figura 1. Diámetro y magnitud de Marte en 2001.

La observación de Marte por parte de astronomos aficionados es muy importante y de gran valor ya que los grandes telescopios dedican su valioso tiempo a observaciones más complicadas. A través de un telescopio, Marte se nos muestra como un disco de color amarillento ocre y con zonas ligeramente verde-azuladas. Estas regiones son zonas de albedo, es decir, zonas que observándolas desde la Tierra son más oscuras que el resto de la superficie. Esto se debe a que cuando observamos al planeta rojo lo hacemos siempre con Marte en fase "llena", por lo que aumenta el contraste de colores pero disminuyen los detalles perceptibles. Desde finales de los años setenta sabemos, gracias a las sondas Viking, que al contrario que sucede cuando observamos la Luna, en Marte las regiones azuladas y más oscuras son zonas elevadas, mientras que las claras son depresiones. Obviamente, como este dato no lo sabían los primeros observadores de Marte, sucedió que llamaron "mare" a altas zonas montañosas de la superficie. No obstante, estos nombres se han mantenido hasta nuestros días.

Figura 2 . Imágenes de la rotación de Marte tomadas con CCD, 1995.

Con pocos aumentos, podremos apreciar un disco borroso, con detalles vagamente perceptibles y con sendos brillos en los casquetes polares. Sin embargo, si utilizamos más de 100 ó 200 aumentos y si además, nos ayudamos de un filtro rojo o verde para mejorar el contraste de algunos colores, no nos será difícil ver interesantes estructuras. A lo largo de diferentes días podremos ver formaciones como Syrtis Major, la region más oscura del planeta, Meridiani Sinus o Solis Lacus. También podremos apreciar grandes extensiones más claras como Hellas, Chryse o Tharsis. Desgraciadamente, nos será imposible ver, cerca del ecuador, una pequeña mancha blanca correspondiente a la nieve acumulada en la cima del Monte Olimpo, volcán extinguido de más de 21 kilómetros de altura. Con un telescopio de más de 10 cm de abertura, podremos apreciar los cambios producidos en la superficie marciana por las diferentes estaciones o por las violentas tormentas de polvo que, de vez en cuando, azotan la árida superficie del planeta rojo. Durante esta oposición tenemos la suerte de que Marte se nos presente con el ecuador frente a nosotros haciendo posible que podamos observar los dos polos del planeta a la vez. Por un lado el polo sur, en cuyo hemisferio acaba de pasar el invierno, se nos muestra en toda su extensión y brillo, incluso con posibilidad de que se observen nubes. Por su parte, el polo norte apenas empieza a brillar ya que la extensión de su casquete es pequeña.

Figura 3 . Mapa topográfico de Marte;. Figura 4 . Mapa mundi de Marte.

Por último, deberemos tener cuidado con nuestra imaginación y que, tal y como les ocurrió a observadores de principios de siglo, no nos juegue una mala pasada y nos haga ver detalles en la superficie donde en realidad no los hay. Hace un siglo algunos creyeron ver canales construidos por avanzadas civilizaciones y otros, menos imaginativos, pensaron que las regiones azuladas correspondían a mares de abundante agua o a zonas ricas en vegetación.

Últimos descubrimientos sobre Marte

El pasado febrero y después de varios meses analizando los datos enviados por la Mars Global Surveyor, un grupo de científicos observó la presencia en Marte de hematites. El descubrimiento de este mineral, óxido de hierro cristalizado, es de gran importancia para esclarecer cuanto volumen de agua hubo en la superficie del planeta. Una gran cantidad de esta última, además de altas temperaturas, pudo ser la causa de la formación de estos cristales. Una explicación para este fenómeno podría ser la existencia, hace varios millones de años, de manantiales de agua caliente con ardientes vapores. Se espera que la sonda planetaria Mars Odyssey lanzada el pasado 7 de abril confirme la existencia de este mineral así como la presencia de carbonatos y sulfatos, ya que si éstos últimos no son detectados, tal y como ha ocurrido hasta ahora, un misterio más se añadirá a la lista de enigmas marcianos: si se supone la existencia de grandes océanos que cubrían Marte, estos elementos deberían ser, como ocurre en la Tierra, muy abundantes.

Figura 5 . Monte Olympus, más de 23 Km. de altura.

Figura 6 . Valle Marineris.

Recientemente un equipo de investigadores, entre los que se encuentran profesores de la Universidad de Lérida y del CSIC, han confirmado la existencia de bacterias en el meteorito de origen marciano ALH84001. En realidad no se han descubierto dichas bacterias, ya observadas hace meses, si no sustancias sintetizadas por ellas en forma de excrementos. Se han hallado largas cadenas de cristales de magnetita, muy similares a las que se pueden encontrar en la Tierra, y que sólo han podido formarse debido a un proceso biológico. Estos cristales de óxido férrico químicamente puros y que se formaron hace unos 4 mil millones de años tienen un tamaño de unos pocos nanómetros y forman un minúsculo imán utilizado por estos organismos para hallar agua.

Por último, hace unas semanas geólogos del US Geological Survey dieron a conocer que algunas estructuras geológicas que hasta ahora se creían causadas por la erosión del agua bien pudieron ser provocadas por la erosión debida al hielo, al igual que ocurre con algunas formaciones de origen glaciar en la Antartida.

El futuro

En el 2003 la Mars Express analizará las interacciones entre la superficie y la atmósfera de Marte ayudada por un rover que estudiará su exobiología y su geoquímica. La sonda japonesa Nozomi colaborará con esta misión. Ese mismo año otros dos rovers compondrán la misión Mars Exploration Rovers destinados a estudios geológicos y a la búsqueda de agua. En el 2011 está previsto el lanzamiento de una nave que tendrá como objetivo traer muestras de rocas marcianas hasta la Tierra.

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