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Cometas y Meteoros


Leónidas 2001

josé luis trisán


© Grupo Astronómico Silos


Las Leónidas de 1833 según un grabado de la época.

Durante la noche del 17 de noviembre de 1966 los observadores terrestres pudieron apreciar la mayor lluvia de estrellas fugaces que jamás haya caído nunca sobre la Tierra. Esa noche, el cielo parecía iluminado por enormes fuegos artificiales llegándose a contabilizar más de 150.000 meteoros por hora, aumentados por algunas estimaciones a más de un millón, todo un récord, sólo había ocurrido algo parecido hacía más de un siglo, en 1833. Algunas de estas estrellas fugaces dejaron tras de sí una estela de humo que pudo contemplarse durante más de quince minutos. Para los que hace 35 años pudieron verlo debió ser un espectáculo memorable e inolvidable. Afortunadamente, desde 1998 la lluvia de estrellas de las Leónidas nos ha permitido contemplar, en las frías noches de mediados de noviembre, ese maravilloso espectáculo que nos brinda el cielo lleno de brillantes estelas como si de fuegos artificiales celestiales se tratara.

A mediados de este mes, concretamente los días 17 y 18, la Tierra atravesará, como cada año, el centro del enjambre meteórico formado por los restos del cometa 55P/Tempel-Tuttle, dando lugar a una lluvia de estrellas fugaces o meteoros, las Leónidas. Normalmente, esta lluvia suele ser pobre, pero cada 33 años el cometa se acerca al sistema solar interior y la densidad de partículas con que nos encontramos es enorme, dando lugar a una gran tormenta de fugaces. Este año se cree que en Australia, el mejor lugar del mundo para ver esta lluvia, se lograrán ver miles de estrellas fugaces a la hora. En Europa tendremos que conformarnos con una menor intensidad que no obstante nos dará la oportunidad, si las nubes no nos lo impiden, de presenciar un gran espectáculo. Los mejores momentos para observar esta lluvia en la península ibérica serán antes del amanecer y poco después del anochecer del domingo 18. Por suerte la Luna, casi en fase nueva, apenas nos molestará.

Brillante bólido durante las Leónidas de 1999.

Pero, ¿cuál es la causa que explica que estos tres últimos años ésta lluvia haya sido tan especialmente activa e intensa?. Desde el año 902, y cada 33 años, el Tempel-Tuttle, llamado así en honor de sus descubridores, que fueron los primeros en identificarlo en 1865-66, pasa por su perihelio, es decir, su máximo acercamiento al Sol. La última vez ocurrió el 28 de febrero de 1998 (la siguiente no ocurrirá hasta finales del año 2031, aunque en esta ocasión su paso será mucho más lejano de la Tierra y las Leónidas serán mucho menos intensas).

Al estar tan reciente su paso "cerca" de nosotros, la densidad de partículas con las que se encuentra la Tierra es enorme. A la lluvia producida por éste cometa la conocemos con el nombre de Leónidas, ya que es de la constelación de Leo de donde proviene el radiante y donde, desde la perspectiva del observador terrestre, parece que vienen las fugaces. Lo mismo ocurre con las Perseidas y Perseo. Las Leónidas tienen una de las velocidades más altas de encuentro con la Tierra de entre todas las lluvias conocidas ya que nos encontramos con ellas casi de frente, es decir, llevamos direcciones opuestas, lo que aumenta enormemente la velocidad de entrada. Debido a esto la fricción que se produce es tal que algunas partículas empiezan a quemarse mucho más arriba de los 100 km. Normales, tal y como se vio en las Leonidas de 1998 donde algunas estallaban a más de 140 km. de altura. Su velocidad geocéntrica es mayor de 72km/sg. Estas dos circunstancias harán que la posibilidad de que una de estas partículas sobreviva a esta fricción sea prácticamente nula, siendo la probabilidad de caída de algún meteorito muy remota.

Predicciones para este año 2001.

A causa de estas altas velocidades el peligro que corren las naves espaciales es altísimo. El riesgo de perder el contacto con un satélite es alto. Todas las instituciones y organismos militares están preparándose para minimizar en lo posible los posible problemas que esta lluvia puede causar en, por ejemplo, los satélites espía y de comunicaciones tan utilizados por los países en estos días de guerra con Afganistán. Incluso el Telescopio Espacial Hubble se reorientará dejando su espejo en dirección contraria a la dirección de las Leónidas. El mayor riesgo que corren es sufrir un cortocircuito debido al impacto de una partícula de una tamaño de un grano de arena.

Como comentábamos anteriormente, en 1966 se pudieron ver del orden de 50 meteoros por segundo con picos máximos de 200. En 1998 la actividad fue intensa pero se adelantó a las previsiones unas 17 horas, teniendo lugar en la madrugada del día 17. Por su parte el año pasado fue tal la cantidad de meteoros que la lluvia alcanzó el nivel de tormenta. Sin embargo, en el año 2000, tal y como habían predicho algunas predicciones, vimos una lluvia más bien discreta. Esas mismas predicciones, auguran para este año, y sobre todo para el 2003 y 2003 una gran cantidad de meteoros. No obstante, hay que indicar que sólo en los últimos años se ha realizado un verdadero avance en el desarrollo de presiones certeras. Debido a la poca homogeneidad del enjambre meteórico que cuenta con múltiples desigualdades y "huecos" provocados por alteraciones gravitacionales de planetas como Júpiter, la THZ puede variar enormemente según conque parte del tubo meteórico nos encontremos. En los últimos años, y utilizando el método llamado de colas o nubes de polvo, se han conseguido altos niveles de aciertos en los pronósticos. Para este año se han calculado tres máximos. Los dos primeros no podrán ser visibles desde la península ibérica ya que nos pillarán en pleno día. Para el último máximo, que en España tendrá lugar al atardecer del domingo 18, y pese a que contaremos con buenas condiciones a priori: poca Luna, etc. Las perspectivas son pesimistas. A esa hora el radiante, es decir, Leo todavía no habrá empezado a salir por el horizonte este y la posibilidad de ver muchas fugaces desciende drásticamente. Pero no hay que desesperar, aún estamos a tiempo de comprar un billete de avión para Australia o el Sudeste asiático...

Fotografía tomada con un objetivo "ojo de pez" de las Leónidas de 1998 desde Eslovaquia. Se aprecian más de 150 meteoros en esta exposición de 4 minutos.

Como decíamos anteriormente, hay constancia de la existencia de las Leónidas desde al año 902 d.C. gracias a documentos sobretodo chinos, japoneses, coreanos y árabes. Mirando atrás y haciendo un estudio de los datos que aportan dichos documentos se ha constatado que ha habido grandes tormentas en años tan dispares como el 902, 1366, 1799, 1833, 1966... Además, estos estudios nos han deparado una sorpresa. Resulta que en los últimos mil años el máximo de las Leónidas se ha adelantado un mes debido a influencia en la órbita del cometa de la gravedad de los diferentes planetas del Sistema Solar.

Durante las Leónidas, además de realizar la observación propiamente dicha, hay otra actividad no menos gratificante e interesante. Si durante la lluvia tenemos a la vista la parte no iluminada de la Luna podemos ver en ella los impactos de algunos meteoros. Nuestro satélite no cuenta con la protección que nos da nuestra atmósfera por lo que las partículas llegan a su superficie con toda su fuerza creando cráteres de más de 20 metros...

Ilustración que nos muestra el radiante de las Leónidas.

Para registrar estos espectaculares bombardeos podemos utilizar una cámara de fotos, un video o una webcam acoplada a nuestro telescopio y tomar imágenes esperando tener la suerte de captar una explosión que alcanzan hasta una magnitud 2. No obstante, dispondremos de poco tiempo para ver la Luna, ya que sólo será visible al atardecer del día 18.

Si queremos observar esta lluvia en las mejores condiciones posibles deberemos situarnos en un lugar alejado de las ciudades y buscar un sitio en el que los horizontes norte y nordeste estén libres de montañas u otro tipo de obstáculos y no nos quite visibilidad la contaminación lumínica. Otra manera muy cómoda para observar es tumbarnos en el suelo con una manta o un saco de dormir y mirar hacia el cenit. Conviene, en ambos casos, abrigarse abundantemente y llevarse un termo con algo caliente ya que el frío puede llegar a ser bastante intenso.

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